viernes, 7 de julio de 2017

Saber del mundo y saber de sí

A nadie se le ocurriría lanzar alegremente afirmaciones sobre las nanopartículas, el genoma, los fractales o los agujeros de gusano, por decir algo. A nadie en sus cabales, se entiende, que luego están los adeptos y adictos a ideologías varias, claro.
Y eso es porque se reconoce la necesidad de saber, la existencia de sabios que suele ser, precisamente por eso, gente comprensiva y respetuosa.
Pero en el ámbito de los asuntos humanos, en el que Sócrates explayó su perplejidad y tanteó modestamente con su célebre “sólo sé que no sé nada”, ahí no falta gente que se sabe más sabia que Sócrates, seguros de sí y de su visión del mundo. Como si el hombre, cada hombre, fuera la medida de todas las cosas, que diría Protágoras.
Y sobre esto deja dicho Ortega lo que pongo en mi blog. Por si interesa:

«Buena parte del azoramiento actual proviene de la incongruencia entre la perfección de nuestras ideas sobre los fenómenos físicos y el retraso escandaloso de las «ciencias morales». El ministro, el profesor, el físico ilustre y el novelista suelen tener de esas cosas conceptos dignos de un barbero suburbano. ¿No es perfectamente natural que sea el barbero suburbano quien dé la tonalidad al tiempo?»


Ortega y Gasset, La rebelión de las masas.

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