La fuente de la que mana
la sencillez de los hombres verdaderamente grandes es una gozosa obviedad para los
magnánimos.
Y un secreto para quienes
tienen un espíritu raquítico.
En mi blog dejo unas
líneas de Ortega sobre esto. Por si interesa:
«el hombre selecto no es
el petulante que se cree superior a los demás, sino el que se exige más que los
demás, aunque no logre cumplir en su persona esas exigencias superiores».
Ortega
y Gasset, La rebelión de las masas.
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