La modernidad se anuncia
como una afirmación de la libertad, la subjetividad, la autonomía y otros
rasgos típicos de la individualidad.
Se realiza, no obstante,
con el auge de las ideologías colectivistas (socialismo, comunismo) negadoras
del individuo.
No es lo mismo apuntalar al individuo que sostener el individualismo. Al individuo, tan querido
y afirmado por el liberalismo, le falta un punto. Hay algo que le hace tirar
por la borda su autonomía, su libertad, su dignidad e integrarse en el rebaño
protector.
Hay ahí una dinámica
esencial de lo humano. Quien lo descubre, puede intentar zafarse de esta
pendiente cultural en la que vivimos, nos movemos y por ahí le andamos.
Algo de esto le entiendo
a Ortega. Y ahí lo dejo. Por si interesa:
«La masa —¿quién lo diría
al ver su aspecto compacto y multitudinario?— no desea la convivencia con lo
que no es ella. Odia a muerte lo que no es ella»,
Ortega
y Gasset, La rebelión de las masas.
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