Que lo que mantiene vivo algo
es su principio vital es una obviedad que conviene no olvidar. Por obvia y por
vital.
Si algo pierde su
conexión con su principio, con lo que le confiere vigor, se agosta, declina,
puede durar mientras dura la inercia. Pero, es una obviedad: acaba muriendo.
Y da igual que hablemos
de una planta, una persona, una amistad, una institución o cualquier realidad cultural.
Algo de esto parece decir
Ortega. Ahí lo dejo. Por si interesa:
«Todas las civilizaciones
han fenecido por la insuficiencia de sus principios».
Ortega
y Gasset, La rebelión de las masas.
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