Sostiene Aristóteles que
el hombre es inteligencia deseante o deseo inteligente. O algo así.
Podría ocurrir que la
razón anulase o bloquease la dimensión emotiva, aunque no parece que hoy sea
este el modo mayoritario de perder el equilibrio.
Más frecuente parece el
desequilibrio que apaga la voz de la razón.
Porque lo humano, lo
humano en plenitud, es la armonía entre esos dos principios. En el caso de que
Aristóteles tuviese razón, y no sería la primera vez.
Y el desequilibrio
alejaría a las personas de su propia plenitud generando diversos estilos de vida
deficiente.
Quizá algo de esto es lo
que dice Ortega cuando analiza las masas rebeldes. Y ahí lo dejo. Por si interesa:
«El hombre-masa no
atiende a razones, y sólo aprende en su propia carne».
Ortega
y Gasset, La rebelión de las masas.
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