Es difícil trazar
límites.
Porque siempre hay más,
más realidad y más deseo (de cosas, de saber…).
Por eso quien no sólo
acepta los límites sino que se complace en ellos, tiene algo de extraño. Que
esa anomalía sea para lograr mayor eficacia dentro de un ámbito (límite)
concreto, es comprensible. Que el experto ignore que lo que logra en ese ámbito
no tiene por qué valer fuera de esos límites, es ignorancia. Peligrosa
ignorancia, a veces.
Algo de esto le entiendo
a Ortega. Y ahí lo dejo. Por si interesa:
«antes los hombres podían
dividirse, sencillamente, en sabios e ignorantes, en más o menos sabios y más o
menos ignorantes. Pero el especialista no puede ser subsumido bajo ninguna de esas
dos categorías. No es sabio, porque ignora formalmente cuanto no entra en su
especialidad; pero tampoco es un ignorante, porque es «un hombre de ciencia» y
conoce muy bien su porciúncula de universo»,
Ortega
y Gasset, La rebelión de las masas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario